A mí me gusta dar las gracias

Doy gracias por mi familia, que me agobia y me pide explicaciones pero se mata por mí. Doy gracias por mi hija, que es fuerte de carácter y me hace llegar tarde por las mañanas. Doy gracias por mi grupo de amigos, las chicas, los de antes, mis hermanas-amigas, porque somos uña y mugre después de tantos años. Doy gracias por los cariños nuevos que me han traído nuevas emociones y perspectivas. Doy gracias por mi trabajo, que me agota, me harta por temporadas, pero me llena de orgullo la más de las veces. Doy gracias por mi salud porque no es ingrata a pesar de mi indiferencia. Doy gracias por mi cuerpo que me brinda sensaciones nuevas, me permitió ser madre y me llevará más lejos cada día. Doy gracias por mi mente, mi inteligencia porque me ha servido para evolucionar y no quedarme estancada. Doy gracias por mi posición de la que nunca he sacado provecho para hacer el mal. Doy gracias por mi corazón que trabaja para dejar su egoísmo. Doy gracias, sobre todo cuando brindo, por los que me han amado, los que no me han amado porque mucho me enseñaron, y por los que me amarán. Doy gracias por el tetero del sol que nos calienta y achicharra porque no vivimos en un país gris. Doy gracias por el cielo y las nubes que dan vida a los campos y hacen las mañanas más lindas del mundo. Doy gracias por los campos de mi tierra: los secos, los fértiles, los sembrados, los abandonados. Doy gracias por las más bellas playas que ojos humanos hayan visto. Doy gracias por el sexo porque es expresión de bienestar y de entrega. Doy gracias por los diablos cojuelos y los lechones. Doy gracias por los vendedores de la calle porque me recuerdan mi niñez. Doy gracias por los yaniqueques de Boca Chica. Doy gracias por el refresco rojo. Doy gracias por una Presidente vestida de novia. Doy gracias por los contenes. Doy gracias por los artistas porque nos estremecen. Doy gracias por los talentos, cualesquiera que estos sean. Doy gracias hasta por los lagartitos que entran a mi cocina porque me recuerdan que hay más vida.

O sea, no hay duda alguna de que sé y me gusta dar las gracias. Por lo que no doy gracias es por la transculturización. Lo que no me gusta es dar gracias que no me corresponden. Aprendamos a dar nuestras gracias, en días que nos pertenezcan. Tenemos muchos, con más sabor, con más cadencia.

Además en el santoral no aparece ningún “san givin”.(®buca)