Mas bien, debería ser que no termina. Recientemente una organización defensora de enfermos del Sida, demandó a la Pfizer Inc. por , supuestamente, “promover el uso de Viagra como una droga recreativa”. Sus argumentos se basan en que la empresa ha lanzado anuncios ubicando el producto en ocasiones festivas, como Año Nuevo. Según estadísticas recientes se ha evidenciado el uso del producto mezclado con el consumo de metanfetamina líquida, la cual a pesar de incrementar el deseo sexual, inhibe la erección, por lo que es “necesario” consumir Viagra (*).
Entonces, ahí entra mi pregunta: ¿hasta dónde llega la supuesta influencia de los medios de comunicación en el comportamiento humano?, ¿no es ese caso extremo ya una responsabilidad del usuario, saber con qué –o cuántas- sustancias mezcla o no lo que toma? Viagra es, hasta donde sé, la única marca en la categoría de medicamentos contra la disfunción eréctil /estimulante sexual, que promueve responsabilidad y precaución en su uso; debiendo incluso ser recetada por el médico tratante. Entonces, ¿es Pfizer responsable de la drogadicción de sus “consumidores secundarios” (que queden claras las comillas), así como ¿es la Johnson & Johnson –el fabricante de Tylenol- responsable de los cientos de miles de adolescentes que compran el producto para hacer cócteles alucinógenos?
Pronto, aparecerán clientes de Viagra insatisfechos demandando al laboratorio porque el producto les causó un infarto ; como el farmacéutico chino que se tomó 20 pastillas de un tiro. Se creería que un profesional del ramo sabría cómo tomar sus dosis correctamente , pero no. A pesar de que no sólo la literatura que lo acompaña lo dice sino la obligada receta médica también. Que se entienda que esto no tiene nada que ver con las reclamaciones que se le hacen al gigante farmacéutico por no haber informado lo suficiente sobre los daños cardiovasculares que pudiera causar el medicamento.
Nunca entenderé la justificación de las demandas a las compañías tabacaleras. Quizás en los 1950’s –cuando la publicidad se hizo masiva y las empresas anunciantes se dieron cuenta del negocio del siglo- no se disponían de los estudios que confirman que, 1) el cigarrillo y la nicotina son adictivos, y, 2) causa cáncer; pero, en 1980, 1990, 2000!... hasta hoy?! Si usted decide fumar es a su propio riesgo, Phillip Morris no lo obliga, lo induce pero no lo obliga. Nunca lo entenderé por más libros que John Grisham escriba.
A lo que voy es que se ha convertido en una preocupante y odiosa muletilla del carácter querer atribuirle a otros la responsabilidad de nuestros actos, la responsabilidad y el cargo de las consecuencias lógicas por ende. A lo hecho pecho, caballero. Infórmese, medite, actúe con precaución y si decide no hacerlo así, acepte los resultados. Que esa es la otra cara de la moneda llamada libre albehedrío que tanto nos gusta.
(*) Eso es allá, aquí estarían tomando La Pela a dos manos –valga la cuña gratis.
Entonces, ahí entra mi pregunta: ¿hasta dónde llega la supuesta influencia de los medios de comunicación en el comportamiento humano?, ¿no es ese caso extremo ya una responsabilidad del usuario, saber con qué –o cuántas- sustancias mezcla o no lo que toma? Viagra es, hasta donde sé, la única marca en la categoría de medicamentos contra la disfunción eréctil /estimulante sexual, que promueve responsabilidad y precaución en su uso; debiendo incluso ser recetada por el médico tratante. Entonces, ¿es Pfizer responsable de la drogadicción de sus “consumidores secundarios” (que queden claras las comillas), así como ¿es la Johnson & Johnson –el fabricante de Tylenol- responsable de los cientos de miles de adolescentes que compran el producto para hacer cócteles alucinógenos?
Pronto, aparecerán clientes de Viagra insatisfechos demandando al laboratorio porque el producto les causó un infarto ; como el farmacéutico chino que se tomó 20 pastillas de un tiro. Se creería que un profesional del ramo sabría cómo tomar sus dosis correctamente , pero no. A pesar de que no sólo la literatura que lo acompaña lo dice sino la obligada receta médica también. Que se entienda que esto no tiene nada que ver con las reclamaciones que se le hacen al gigante farmacéutico por no haber informado lo suficiente sobre los daños cardiovasculares que pudiera causar el medicamento.
Nunca entenderé la justificación de las demandas a las compañías tabacaleras. Quizás en los 1950’s –cuando la publicidad se hizo masiva y las empresas anunciantes se dieron cuenta del negocio del siglo- no se disponían de los estudios que confirman que, 1) el cigarrillo y la nicotina son adictivos, y, 2) causa cáncer; pero, en 1980, 1990, 2000!... hasta hoy?! Si usted decide fumar es a su propio riesgo, Phillip Morris no lo obliga, lo induce pero no lo obliga. Nunca lo entenderé por más libros que John Grisham escriba.
A lo que voy es que se ha convertido en una preocupante y odiosa muletilla del carácter querer atribuirle a otros la responsabilidad de nuestros actos, la responsabilidad y el cargo de las consecuencias lógicas por ende. A lo hecho pecho, caballero. Infórmese, medite, actúe con precaución y si decide no hacerlo así, acepte los resultados. Que esa es la otra cara de la moneda llamada libre albehedrío que tanto nos gusta.
(*) Eso es allá, aquí estarían tomando La Pela a dos manos –valga la cuña gratis.
"La otra cara de la moneda del libre albedrío" esa si está buena!
ResponderEliminarchacha, desde que se inventaron el echarle la culpa al otro de la estupidez, cualquier chivo es un buey!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, es mucho mas facil no tomar responsabilidad y culpar al otro, hace un tiempo vi un documental inspirado en una demanda que se le hizo a McDonnalds alegando que eran responsables del sobrepeso de una chica, que ridiculez!!!
ResponderEliminarTe doy toda la razón.
ResponderEliminarEso me acuerda varios casos de obesos que demandaron a McDonalds porque no les advirtieron que si se bajaban varios Big Macs al día, iban a engordar. La gente: o es más estupida de lo que nos imaginamos, o todo el mundo priva de hacerse el loco.
Por cierto, en mi blog tengo una imagen de una cajetilla con un mensaje muy sujestivo.
Te sigo leyendo.