Gotcha!

Sentados en los sillones de playa más cómodos del mundo, yo con una cerveza y él con un vaso lleno de algo, mi amigo Pablito y yo un día nos dedicábamos a lo que más nos divierte: acabar con la humanidad y catalogar como decadente todo lo popular. Entre todos los cambios que le haríamos al mundo estaba borrar de la faz de la tierra, y de todas los favorites en safari, a HI5, el infame portal de amigos y conocidos.

Ambos expusimos las razones de por qué la aparición de esta página debía constituirse en un día triste para el mundo “cool”, e hicimos sendas promesas de borrarnos de la misma. Bueno Pablito mydear, seguro no te habrás dado cuenta, pero yo no lo hice; y no lo has notado porque tú sí te saliste del montón. Te busqué y no te encontré.

Pues me confieso aquí en público por una razón: no haberme borrado me trajo una alegría grande. He de confesar también que aunque tenía la intención encontré que eran demasiados pasos los que había que dar para darse de baja y pues, decidí evitar la fatiga. Pero en el fondo, me decía que no lo hiciera que para algo debía servir estar ahí. Hace como un mes, la nostalgia volvió a apoderarse de mí y de nuevo me “cogió” con una amiga perdida: Kaistila.

Recuerdo que la última vez que la vi fue en las elecciones del ’96, en el campus II de la Unphu ella con su barrigón y su suegra. Después de eso, por amigas comunes supe que se había ido a vivir a La Florida pero más nada. Hasta ahí llegaba mi información. Hasta aproximadamente la mitad de nuestros años de intermedia fuimos muy amigas; habíamos estudiado juntas, muy juntas, en el Montessori, y a pesar que ella se fue al Apostolado y yo a la Unphu, por unos años más seguimos unidas. ¡Ella fue dama de mis 15 años! Nuestra amistad es tan vieja como la entrada original del Club Arroyo Hondo. Luego, ya en la universidad, algo se desvaneció; la vida, como a todos, nos llevó de lado a lado, nos cambió intereses, lealtades, cariños, la juventud es traicionera. Y la perdí. Por completo.

Un día, como un bombillo de bajo consumo que a veces prenden cuando quieren, algo me dijo “pero búscala en el hi5”. Así lo hice y la encontré, por supuesto (todo el mundo está en hi5 dirán ustedes; pues no, no todo el mundo está créanme), le escribí sin muchas esperanzas de que me contestara, al menos no muy pronto, pero lo hizo casi de inmediato. Hoy hablamos casi todos los días, nos hemos puesto tan al día como el Messenger nos los permite, sé de sus padres, a quienes recuerdo con gran cariño, de sus hermanas, de su hija, de su vida de hoy.
Estoy muy contenta de haberla encontrado. Ojalá de verdad podamos resumir lo que ha sido nuestras vidas hasta ahora y seguir la amistad con la vida que nos espera.